El cine francés, apreciado y laureado en todo el mundo, es famoso por la excelencia de sus actores y por la belleza de su dirección. Muchos estudiantes de francés consideran que algunas películas son una ayuda de gran valor para progresar, pero también para comprender mejor la cultura francesa. Pero, ¿qué películas pueden considerarse como modelos de su género al tiempo que resultan de utilidad para aquellos que quieran consolidar sus competencias lingüísticas? El cine y Francia, ¡una larga historia de amor! ¿Acaso una de las primeras películas de la Historia, Llegada de un tren a la estación de La Ciotat, no fue presentada en 1895 por dos franceses, los hermanos Lumière? Estrenada en 1902, Un viaje a la luna de Georges Méliès nos confirma que, además, los franceses también han sido precursores en el terreno de los efectos.
Pero, ¿cómo definir una gran película? Sin duda podemos decir que se trata de una realización que marca a una generación y que sigue siendo una referencia para los cinéfilos. Las grandes películas francesas tienen la particularidad de que el peso lo llevan actores que se comen la pantalla y que tienen la capacidad de emocionar. Estas obras, que priorizan la psicología y no el espectáculo puro o los efectos especiales comerciales, pueden verse marcadas también por una voluntad de compromiso político. El cine de autor encarna esta voluntad feroz de no ceder ante el mundo codicioso de los productores. Sus representantes afirman alto y claro que una película debe seguir siendo una creación original de un director. Mas un cine que se define como no comercial supone la existencia de organismos de financiación pública. Este papel fundamental lo cumple en Francia el Centro nacional del cine y de la imagen animada, más conocido como CNC. Este apoyo financiero también puede llegar de filiales de cadenas de televisión, como France 2, France 3 o Arte.
Francia cuenta con muchas comedias, algunas de las cuales han conseguido la admiración de la crítica y/o del público desde hace muchos años. Estrenada en 1966, La gran juerga de Gérard Oury supone sin duda alguna uno de los mejores ejemplos. Los grandes cómicos franceses Louis de Funès y Bourvil interpretan respectivamente a un director de orquesta y a un pintor llamados a filas que han de llevar hasta zona segura a tres aviadores británicos. Por otra parte, la comedia francesa de manera general es un tipo de película que se ve muy bien representada. Puede tomar tintes románticos, como en Los seductores de P. Chaumeil.
El cine francés también son las películas de animación. No olvidemos que Francia también cuenta con una dilatada experiencia en este sector. Los dibujos animados franceses se exportan bien y crean más de seis mil puestos de trabajo. Por ejemplo Persépolis, de la franco-iraní Marjane Satrapi, trata una gran variedad de temas como la represión política por parte de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, las pruebas a las que se somete a la población, los horrores de la guerra, el exilio o la importancia del núcleo familiar para superar las dificultades diarias. Mediante una narración de ciencia ficción, la película de René Laloux El planeta salvaje estrenada en 1973 es una alegoría sobre la importancia de la cultura y de la educación. Les Triplettes de Belleville de Sylvain Chomet también es una película muy lograda. Para los más pequeños, las obras de Michel Ocelot (Azur y Asmar, Kirikou y la hechicera) y también Zarafa de R. Bezançon y J-C Lie son ejemplos perfectos de películas infantiles.
Las películas francesas también incluyen obras maestras del cine fantástico. Entre dichas películas hay una que ocupa un lugar privilegiado: se trata de La Bella y la Bestia de Jean Cocteau. Esta película merece verse y volver a verse de tanta emoción que causa su poesía aspecto onírico que le otorga una dimensión atemporal. Jean Marais y Josette Day están inolvidables y nos invitan a reflexionar sobre esta frase: «El amor puede convertir a un hombre en bestia, pero el amor también puede convertir la fealdad de un hombre en belleza».
No podemos hablar de las mejores películas francesas sin nombrar (de manera más o menos parcial, de acuerdo) a aquellas películas que se desarrollan en el Sur de Francia. La «trilogía marsellesa» compuesta de Marius (1931), Fanny (1932) y César (1936) representa sobre este tema uno de los testimonios más ilustres de la vida en la ciudad de la antigua Focea y del espíritu mediterráneo. La famosa partida de cartas es una escena de antología y jamás nos cansaremos de escuchar el acento cantarín del gran Raimu. Ligadura entre la literatura y el séptimo arte, las adaptaciones cinematográficas de obras literarias permiten matar dos pájaros de un tiro: el libro es una herramienta para mejorar las capacidades por escrito, mientras que la película consolida la comprensión oral. Así, una adaptación que nos ha gustado nos puede animar a (volver a) leer la obra original. Por eso no dudes en ver (de nuevo) Jean de Florette de C. Berri, Cyrano de Bergerac de J-P Rappeneau (Gérard Depardieu consiguió por este papel el premio como mejor actor en el Festival de Cannes en 1990), Los Miserables de R. Hossein o El nombre de la Rosa de J.J Annaud.
Otras obras merecen el mayor de los respetos de tan influyentes que fueron en su época. Es el caso de las grandes películas de la Nouvelle Vague, famosa corriente cinematográfica que ha aupado a grandes directores como F. Truffaut (Jules y Jim), J-L Godard (El desprecio) o C. Chabrol (El bello Sergio, La Ceremonia,...). Sin pertenecer a corrientes específicas, algunas películas representan referencias imprescindibles que han emocionado a generaciones de espectadores. No podemos dar una lista exhaustiva de estas películas francesas de culto, pero obras como Les enfants du Paradis de Marcel Carné (1945), El salario del miedo de Heri-George Clouzot (1953), Los paraguas de Cherburgo de Jacques Demy (1964), Adiós, muchachos de Louis Malle (1987) o incluso Van Gogh de Maurice Pialat (1991) son nuestras recomendaciones sin reservas. A pesar de que, obviamente, una clasificación de las mejores películas solo puede ser subjetiva e incompleta, es importante tener en mente que el cine francés cuenta con centenares de obras que los amantes de la lengua y la cultura francesas han de conocer sin excusas.
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