Al pensar en Francia, no podemos evitar vincular este país con conceptos como en amor o el romanticismo. Por eso, para muchos París es la capital por excelencia de los enamorados. Además, el arte de vivir a la francesa, una mezcla oportuna de refinamiento, cultura y respeto por la gastronomía, cuenta con una fama mundial y es la envidia del resto de países. Por ello, no sorprende que en la literatura, el cine e incluso en el lenguaje diario abunden frases o palabras relacionadas con el amor y la vida. Al final, amor y vida están estrechamente vinculados y no son nada el uno sin el otro. Dos personas que se aman son fundamentales para dar la vida, pero el amor no puede existir sin dos seres vivos.
Ya sean escritores, artistas o científicos, los grandes nombres siempre han antepuesto en su obra los conceptos de amor y de vida. Todos conocemos en particular la famosa definición de Saint-Exupéry: «Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección». Construir un proyecto de vida (como tener un hijo) supone unir fuerzas para alcanzar un objetivo común.
El amor hace que la vida sea más bella, transforma nuestra vida diaria y nos da una razón para existir. Todas las grandes acciones llevadas a cabo en este mundo han sido obra de personas apasionadas. De igual modo, amar a alguien nos abre las puertas de la felicidad. Edith Piaf afirma en su famosa canción que el amor hace que veamos la vida de rosa, y deja entrar en nuestro corazón un poco de felicidad. El amor hace que las pequeñas preocupaciones diarias no tengan importancia. Peu m'importent les problèmes /Mon amour puisque tu m'aimes se escucha en l’Hymne à l’amour.
Es verdad que la pérdida de nuestros seres queridos o de nuestra media naranja nos condena a la desdicha. Sabemos cuán dura fue para la artista la muerte de su gran amor (el boxeador Marcel Cerdan). Pero, ¿de qué sirve vivir sin amor? Por eso, nos remitimos a Hervé Bazin, autor de la famosa novela autobiográfica Una víbora en el puño, cuando dice que «una vida sin amor es una vida sin sol. »
El amor no se limita a hacer más bella la vida, permite también superar y llevar a cabo aquello que se sale de lo normal. Por lo general, solo los que aman llegan a realizar lo que para otros parecería imposible. El amor por la patria, por el trabajo o por la familia empujan nuestros límites y nos llevan a acciones heroicas. Seguro que es lo que quería decir Marcel Proust al escribir en A la sombra de las muchachas en flor: «La vida está sembrada de milagros, aquellos milagros que pueden esperar siempre que las personas amen».
Por último, no nos cansamos de repetir que la vida es el bien más valioso. «Hay que amar la vida, incluso en sus formas menos atractivas» solía decir el famoso oceanógrafo y realizador Jacques-Yves Cousteau. Hoy nos solemos olvidar que el mundo vivo no debe destruirse bajo ningún concepto, y mientras nuestra sociedad capitalista antepone a menudo los bienes materiales y el beneficio inmediato. La fauna y la flora viven en horas bajas por desgracia, y somos los responsables.
«C’est la vie ! »: ¿quién no ha dicho nunca esta fórmula corta? Todos sabemos que la vida son altibajos sucesivos. Esta frase sirve a menudo para expresar nuestra resignación de cara sucesos ante los que no podemos hacer nada. A este respecto, hay muchas expresiones sobre el sentimiento del amor y la existencia. Algunas son conocidas y se pueden entender bien. Otras merecen una explicación. «Avoir le coup de foudre» (recibir un flechazo) es, claro está, enamorarse hasta las trancas. Si tienes un «coeur d’artichaut» (corazón de alcachofa) te enamoras muy fácilmente. «Déclarer sa flamme à quelqu’un» (declarar la llama a alguien) consiste en expresar los sentimientos a la pareja. «Avoir le coeur qui bat la chamade» (tener el corazón latiendo con fuerza) también es una expresión francesa sobre el amor. Significa que el corazón late muy rápido cuando ves a tu amado o amada. La palabra «chamade» viene del italiano «chiamare» (llamar), que antaño hacía referencia a las tropas militares sitiadas que pedían ayuda o solicitaban el alto al fuego. Para ello, entonces se utilizaban como señal toques de trompeta o redobles de tambor.
Pero, ¿cómo se llama por lo general a la persona amada en Francia? ¿Qué palabras de amor usan los franceses a diario para hablar de su ser querido? Todos conocemos las fórmulas como «mon amour» o «mon chéri», y que tienen sus equivalentes en otros países. En este sentido, la verdad es que aquellos que quieran encontrar un apelativo cariñoso para su media naranja tienen donde elegir. «Mon ange, «ma belle», «ma biche» (la expresión preferida de Louis de Funès), «mon chou», «mon canard», «ma puce», «mon lapin», «mon trésor», …: ¡hay cantidad de opciones! Claro que llamar a su pareja «mon canard» (mi pato) o «ma puce» (mi pulga) puede ser sorprendente para muchos de vosotros, ¡y lo entendemos! Por último, el cine francés es una mina de réplicas inolvidables sobre la pasión amorosa. Entre las cuales, el famoso «tienes ojos bonitos, ¿sabes?» forma parte de los clásicos. Esta réplica de Jean Gabin a Michèle Morgan en la película El muelle de las brumas de Marcel Carné ha quedado como una de las frases más famosas del cine francés. Esta maravilla del séptimo arte (cuyos diálogos corrían a cargo de Jacques Prévert), cuenta la historia de Jean, un desertor que conoce a Nelly, una joven misteriosa y melancólica. ¡Otra obra que coloca el amor en el centro de nuestra existencia!
A propósito del Centre International d'Antibes