Costa Azul, French Riviera, Costa Azzurra: da igual en qué idioma se diga, todo el mundo conoce esta emblemática región. Pero ¿qué entendemos exactamente por «Costa Azul»?
Ya sabes que el nombre oficial de nuestra región es PACA (Provence-Alpes-Côte d’Azur), pero la Costa Azul propiamente dicha ocupa un perímetro más limitado. Stéphen Liégeard, político y escritor del siglo XIXº, fue el primero en utilizar este término. Hoy tenemos que reconocer que no existe un límite preciso de las fronteras de esta zona geográfica. Algunos consideran que la Costa Azul se extiende de Menton a Hyères, mientras que otros incluyen Cassis, maravillosa ciudad cerca de Marsella. Lo que se admite de manera general es que el límite oriental de la Costa Azul se encuentra en la frontera italiana.
Pero ¿cuáles son las ciudades más representativas de esta fantástica región? ¿Qué peculiaridades tienen cada una de ellas? ¿Cómo llegar fácilmente?
Se nos puede acusar de parcialidad al empezar esta crónica, como no puede ser de otra forma, por nuestra ciudad predilecta, Antibes. Se la conoce por el famoso Fort Carré, el Puerto Vauban y también por el museo Picasso y las murallas. El mercado provenzal de la calle Masséna ofrece una muestra de los productos emblemáticos de la zona (pescado, queso, miel, charcutería, frutas, verduras...) Es obligatorio pasear por el cabo de Antibes y admirar el panorama que se nos ofrece ante la capilla de Notre-Dame de la Garoupe. Si hace buen tiempo quizás tengas la suerte de vislumbrar Córcega. No muy lejos de allí se encuentra Golfe-Juan, pequeña ciudad que vio desembarcar a Napoleón en sus playas el 1 de marzo de 1815 tras su escapada a la isla de Elba. Si vas en coche, toma la ruta Napoleón para hacerte una idea del itinerario que siguieron el Emperador y sus tropas para llegar a la capital evitando las ciudades monárquicas.
Niza, capital de la región azul cuyo himno es Nissa la Bella, sabrá seducirte con sus bahía de los Ángeles, sus playas de guijarros y su famoso paseo (que los locales llaman la Prom), que va desde el aeropuerto hasta el muelle de los Estados Unidos. Con sus siete kilómetros, esta avenida conocida en todo el mundo (y que se puede contemplar desde la cima del parque de la colina del castillo) sabrá enamorarte seguro. Es difícil imaginar que en su origen se trataba de un mero sendero creado por iniciativa de Lewis Way, un pastor anglicano. También podrás pasear por el casco antiguo de Niza y admirar sus lugares inolvidables como el Cours Saleya. Obra maestra de la arquitectura barroca, el Palacio Lascaris merece una visita. Se construyó en el siglo XVIIº para una rica familia de Niza, los Lascaris-Vintimille. Tras tu escapada cultural no olvides probar las especialidades locales como el pan bagnat, las sardinas, la socca y el mesclun. Para acompañar estos platos, lo ideal es un vino de Bellet.
Menton es una ciudad muy apreciada desde el siglo XVº por los agricultores debido a sus limones poco ácidos y más azucarados que los limones normales. Famosa por su fiesta del limón y a tan solo unos pocos kilómetros de Mónaco, la historia de la ciudad de Menton está estrechamente ligada a la de Jean Cocteau. El artista eligió exponer una parte de sus obras en un fortín que a día de hoy se conoce como el Museo del Bastión. El artista, al que debemos obras maestras como La Bella y la Bestia o El Testamento de Orfeo, se enamoró de la ciudad. Si pasas por el ayuntamiento verás que la sala de bodas está decorada por el artista. No te pierdas los campanarios de tejas barnizadas, la explanada Saint-Michel, el Palacio de Carnolès, los jardines de cítricos y todos los edificios que datan de la Belle Époque.
Saint-Paul de Vence, un pueblo medieval, representa la ciudad de los artistas por excelencia. Este pueblo se verá frecuentado desde los años veinte por nombres ilustres de la pintura, como Raoul Dufy y Paul Signac. Conocido en todo el mundo por el hotel de la Colombe d’or, este lugar atrajo igualmente a poetas como Prévert o actores como Yves Montand, Simone Signoret, Lino Ventura, Chaplin...No muy lejos de allí, los amantes del arte moderno podrán visitar la Fundación Maeght, que alberga obras de Chagall, Giacometti, Miró, Calder, Fernand Léger entre otros. Allí podrás admirar murallas de la época de Francisco Iº o tomar algo en el Café de la Place.
Durante tu visita a la zona no olvides pasar por el macizo de l’Estérel, al que los enamorados de la región acceden por la Corniche d’Or. De Saint-Raphaël a Théoule-sur-Mer son muchas las playas que ofrecen estupendas calas y paisajes que cortan la respiración a lo largo de unos cincuenta kilómetros. Entre el rojo de las rocas de pórfido y el intenso azul del mar tus ojos ya no sabrán qué espectáculo admirar. En Saint-Raphaël, por ejemplo, podrás visitar el museo dedicado a Louis de Funès. No muy lejos de allí, desde el cabo Dramont se puede vislumbrar la isla d’Or coronada por una torre sarracena. Se dice que su imagen inspiró al famoso dibujante belga Hergé para imaginar la Isla Negra, escenario del séptimo libro de las Aventuras de Tintín.
Biot es un pueblo medieval con una gran reputación en el ámbito del arte del vidrio. En los muchos talleres se puede contemplar a los maestros vidrieros mostrando sus conocimientos sobre el vidrio con burbujas, una técnica perfeccionada por Eloi Monod, reconocido ceramista. Tras merodear por las pintorescas callejuelas, nada resulta más agradable que pasear por el Brague, el río que cruza el municipio. A continuación se impone una visita al museo Fernand Léger. Lo que es seguro en cualquier caso es que en la Costa Azul es imposible aburrirse.
Aprende francés en la Riviera Francesa!